Con el paso del tiempo, los entrenadores de pulgas han observado un extraño y predecible hábito en la forma como saltan las pulgas. Para entrenarlas, las pulgas se encierran en una caja de cartón. Éstas empiezan a saltar hasta alcanzar el tope de la caja y sigue saltando una y otra vez a la misma altitud.
Cuando el entrenador retira la caja de cartón, las pulgas continúan saltando al mismo nivel donde estaba el tope de la caja. Y la pregunta es, ¿Por qué siguen saltando en el mismo lugar? ¿Por qué no buscan su libertad?.. Las pulgas no van a saltar en otro lugar porque no pueden, y la razón es muy simple; las pulgas han sido condicionadas ellas mismas para saltar únicamente hasta el límite donde el tope o la parte superior de la caja solía ser. Una vez condicionadas, ellas no pueden saltar a u nivel superior o diferente.
Nosotros como seres humanos, muchas veces hacemos lo mismo que las pulgas. Tratamos de conseguir un objetivo o sueño y si fallamos en el primer intento o segundo o quizás hasta el tercero, nos restringimos mentalmente y nos creamos un “falso techo” que nos impide descubrir todo nuestro potencial. Al igual que las pulgas, “No podemos saltar más alto y creemos que ya hemos alcanzado nuestro limite”.
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